Rick Day |
El poder de la barba. Llevar una barba bien cuidada puede añadir un toque de rudeza y masculinidad que muchos consideran irresistible. Pero aquí no hablamos de descuidar ese vello facial; una barba descuidada puede dar una imagen de dejadez. La clave es darle forma, limpiando los contornos en el cuello, los pómulos y los bordes. Definirla bien hace que luzca ordenada y llamativa. Seleccionemos el largo que mejor se adapte a nuestro rostro y mantengámosla en su sitio con una máquina y peine. Usar un champú suave una vez a la semana ayuda a mantener la barba limpia y fresca, eliminando las impurezas que pueden acumularse con el día a día.
Afeitado limpio: elegancia y frescura. Optar por un rostro bien afeitado también tiene su magia, especialmente cuando buscamos proyectar una imagen sofisticada y pulcra. Si nos afeitamos antes de la ducha, la piel conserva sus aceites naturales, mientras que hacerlo después suaviza la barba gracias al agua caliente. Para evitar irritaciones y cortes, tratemos de usar una hojilla nueva cada vez, o al menos asegurarnos de que esté lo suficientemente afilada para que con una o dos pasadas haga el trabajo. La preparación es clave: una toalla húmeda sobre el rostro o el vapor de la ducha ablandan el vello, facilitando el afeitado y reduciendo la irritación.
La técnica adecuada. Una vez preparada la piel, aplicar espuma, gel o incluso jabón de tocador sirve como lubricante y permite que la hojilla se deslice suavemente. Pasa la hojilla en el sentido del crecimiento del vello, no al contrario, para reducir la irritación y el riesgo de cortes. Luego, enjuaga bien el rostro y aplica una crema humectante o un tónico para desinfectar y refrescar la piel. Un rostro bien cuidado siempre se nota, y se siente aún más cuando compartimos momentos de intimidad.
Barba o no, el estilo personal manda. Al final, el uso de barba o una cara afeitada es un tema de preferencia y de cómo nos sentimos más cómodos y auténticos. Hay quienes prefieren la barba como símbolo de fortaleza y quienes ven en el afeitado una expresión de frescura. Ambos estilos pueden ser tan atractivos como decidamos hacerlos, porque el encanto está en la seguridad con la que llevamos nuestra decisión.