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| Rick Day |
La excelencia en la cama no es un regalo, es una construcción. Todos aspiramos a ser ese amante que impone respeto, que tiene el aguante de un maratón y la potencia de un toro. La verdad, sin adornos, es que podemos elevar nuestro rendimiento sexual a niveles épicos si abordamos el sexo como lo que es: una actividad física intensa que requiere preparación y entrenamiento.
La base de un buen desempeño sexual es la condición física general. Y no me refiero únicamente a tener abdominales marcados (aunque eso nunca sobra); hablo de la potencia cardiovascular. Si dedicamos tiempo y sudor al ejercicio aeróbico, estamos invirtiendo directamente en la calidad de nuestra erección y en nuestra resistencia. Correr, nadar o pedalear no solo nos da aguante para durar más tiempo en la cama, sino que garantiza que nuestro corazón bombee la sangre con la fuerza necesaria para mantener una erección dura como la roca, incluso cuando la pasión está en su punto máximo. El gimnasio es el campo de entrenamiento para el sexo.
El cardio, además de aumentar la resistencia física, tiene un impacto directo en nuestras hormonas. El ejercicio aeróbico constante y de alta intensidad es un estimulador natural de la testosterona, la hormona que enciende el deseo y mantiene la libido activa. Más testosterona significa más hambre sexual y más energía. También mejora nuestra coordinación y agilidad, liberando esa rigidez innecesaria en el cuerpo. Desarrollar esa soltura pélvica y ese ritmo fluido mientras sudamos fuera de la cama se traduce en movimientos más potentes y versátiles cuando estamos en plena acción.
Si queremos pasar del buen sexo al sexo legendario, necesitamos un arma secreta que trabaje directamente en el núcleo de nuestra potencia: los ejercicios de Kegel. Estos no son solo para la salud urinaria; son el entrenamiento de élite para el control de la eyaculación y la firmeza eréctil. Al fortalecer los músculos del suelo pélvico, logramos una erección más rígida y una capacidad de control sobre el clímax que nos permite prolongar el goce a voluntad. Un hombre que domina sus Kegel domina el tiempo en la cama. La clave para localizarlos es simple: sentir esa contracción que usamos para cortar el flujo de orina; esa es la zona que necesitamos fortalecer.
Una vez identificados, la ejecución de los Kegel debe ser precisa. Contraer esos músculos pélvicos con firmeza durante cinco segundos, descansar un segundo y repetir la secuencia diez veces. Es vital que la contracción sea consciente y aislada. No debemos tensar otras partes del cuerpo, como los músculos faciales, los glúteos o el abdomen, para no desviar la energía. Empecemos con una serie diaria y, a medida que ganemos control, aumentemos el tiempo de contracción y el número de repeticiones. La constancia es lo que transforma ese músculo interno en una fuente inagotable de potencia sexual y dominio eyaculatorio.
Para el hombre que disfruta dominando el ritmo de la penetración, dando estocadas con potencia y control, necesitamos enfocarnos en el tren inferior. Las elevaciones pélvicas, también conocidas como puentes, son el ejercicio fundamental para darle más fuerza y estabilidad a nuestra pelvis. Este movimiento no solo fortalece los glúteos, sino que mejora la coordinación de la cadera, que es el centro de control de cada embestida. Incluir las elevaciones pélvicas en nuestra rutina de gimnasio nos da esa base de apoyo muscular que se traduce en penetraciones más profundas, fuertes y con una sensación de control total sobre el movimiento.
Finalmente, ser un amante extraordinario es el resultado de un compromiso integral. El sexo de alto rendimiento requiere resistencia, agilidad y un control muscular que se desarrolla fuera del dormitorio. Los ejercicios cardiovasculares nos dan el aguante; los Kegel nos otorgan el dominio fino sobre la erección y el clímax; y los ejercicios de fuerza pélvica nos dan la potencia y el control del movimiento. Estas herramientas físicas son la clave para convertirnos en ese hombre que nunca se cansa y que siempre está listo para un asalto más de placer.
Así que, pongamos la disciplina que nos caracteriza en este entrenamiento sexual. Integremos el cardio, los Kegel y el fortalecimiento pélvico a nuestra vida diaria, y veamos cómo nuestra potencia se dispara, garantizando un rendimiento sexual que no tendrá rival.
