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Rick Day |
Creemos que ya lo sabemos todo sobre
nuestros penes, pero aún hay secretos que sorprenden. El pene puede romperse. Sí, aunque no tenga huesos, durante la
erección se llena de sangre que queda atrapada en los cuerpos cavernosos. Esa
presión interna le da firmeza, pero también lo vuelve vulnerable. Un mal
movimiento, una posición forzada, y el famoso ‘crack’ puede convertirse en una
visita urgente al médico. Por eso, el buen sexo también es consciente y atento.
El placer no empieza ni termina en la
punta. El pene no es el único protagonista del deseo. La excitación es un viaje completo. Probar un recorrido lento con
la lengua desde el ano, siguiendo el perineo, acariciando los testículos y,
recién ahí, tomando el pene, puede ser un camino hacia orgasmos mucho más
potentes. Los cuerpos que más se conocen, más gozan.
Hay técnicas que no nos enseñaron, pero que
pueden cambiar todo. Justo antes del
orgasmo, nuestros testículos suben para ayudar a expulsar el semen. Si
acompañamos ese movimiento con la mano, elevando suavemente los testículos en
el momento justo, la sensación se intensifica. Es una forma simple de darle al
clímax una dimensión más profunda.
¿Te has despertado erecto sin motivo? El pene se entrena solo. Durante el
sueño, y a veces durante el día, ocurren erecciones espontáneas. Es una especie
de rutina de mantenimiento que el cuerpo ejecuta para mantener todo en forma.
Como cualquier músculo, necesita oxigenación y movimiento para seguir
funcionando con fuerza. Nuestra biología también desea.
Y sí, vamos a hablar de tamaños. Porque
aunque muchos aún miden su valor en centímetros, lo cierto es que el disfrute
no depende de una regla. El tamaño
promedio cambia según la región, y aunque los extremos llaman la atención
(desde 5 cm hasta los legendarios 34.9 cm), la mayoría de nosotros estamos en
un punto medio donde lo que importa es el uso, la actitud y la conexión con
quien lo recibe.
Nuestro
pene es una herramienta de placer, conexión y juego. No hay que compararlo, juzgarlo o esconderlo. Hay que conocerlo,
respetarlo y, sobre todo, disfrutarlo. Porque el verdadero poder está en cómo
lo usamos, no en cuánto mide. Así que sí, puede romperse, entrenarse, usarse de
mil formas… y también darnos los mejores orgasmos si sabemos escucharlo.