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Rick Day |
Habla, pero sin atacar. Si algo te molesta, dilo. Pero no lo hagas en modo ataque, porque lo único que lograrás es que él se ponga a la defensiva. En lugar de decir "siempre haces esto", mejor prueba con "me siento así cuando pasa esto". Hablar desde lo que sentimos abre el diálogo en lugar de cerrarlo.
Escucha, no solo esperes tu turno para hablar. A veces, en plena discusión, en lugar de prestar atención, estamos esperando nuestro momento para responder. Escuchar activamente significa realmente tratar de entender qué es lo que el otro siente, sin interrumpir ni minimizar su punto de vista.
No es una competencia. Si peleamos con la intención de "ganar", ya perdimos. No se trata de quién tiene razón, sino de cómo solucionamos el problema. Si solo buscamos imponer nuestro punto de vista, lo único que logramos es que el otro se aleje.
Dale su espacio si lo necesita. No todos resolvemos los problemas de la misma forma. Hay quienes necesitan hablar todo en el momento y hay quienes prefieren tomarse un respiro antes de seguir. Si él necesita su espacio, respétalo. Forzar una conversación cuando uno de los dos no está listo solo empeora las cosas.
Evita las palabras que dejan cicatrices. En un arranque de ira podemos decir cosas que luego nos arrepentimos de haber dicho. El problema puede resolverse, pero lo que decimos en un momento de rabia puede quedarse para siempre. Piénsalo antes de soltar palabras que puedan hacer daño real.
La pelea termina cuando encontramos una solución. Discutir sin buscar una solución es solo un desgaste de energía. Si el problema tiene arreglo, enfóquense en eso. Si no lo tiene, entonces la conversación debe ser sobre cómo aceptar y seguir adelante.
No dejes que el orgullo te arruine la relación. A veces, pedir disculpas es lo único que se necesita. Y no, disculparse no significa que estás perdiendo, significa que valoras más la relación que tu ego.
Después de una pelea, reconéctense. Si llegaron a un acuerdo, celebren el hecho de que superaron el conflicto. Un abrazo, una salida juntos, o una buena sesión de sexo pueden ayudar a sellar la reconciliación. Las peleas no deben alejarnos, sino enseñarnos a entendernos mejor.
Las discusiones son parte de cualquier relación, pero si las manejamos con madurez, pueden ser una oportunidad para crecer juntos. El objetivo no es pelear menos, sino aprender a pelear mejor.