Rick Day |
Para hablar más exactamente me refiero al hecho de la poca duración que tienen los noviazgos e incluso los matrimonios.
Hace unas cuantas décadas, los jóvenes poseían esa parte de inocencia y respeto que los hacía ver el sexo como algo para luego del matrimonio. Antes, la reputación era muy importante, y tener un amplio currículo en la cama no era algo para vanagloriarse, sino todo lo contrario. Las personas debían encontrar a ese único amor, unirse a él, y sólo a él debían entregarse en los placeres de la carne.
En la actualidad tenemos mucha libertad y, más que libertad, esto se ha convertido en un libertinaje. Conocemos a alguien y nos acostamos con ese alguien más rápido que el tiempo que tarda sacarse el pasaporte y luego nos preguntamos el porqué de la ruptura. Perdemos el interés y no es del todo ilógico, algo nos interesa siempre que tenga cosas nuevas que aportar.
Pero, ¿saben qué? Vale la pena esperar… Vale la pena hacerlo con amor… y
con alguien que, sin haberte visto desnudo, conoce cada rincón de tu cuerpo y
lo toca como si no hubiese mañana, con morbo y con respeto. Respeto que no es
sosedad sino respeto para tu alma.
Está bien esperar para llegar a esa etapa de la relación, porque la recompensa será la sensación más grande e intensa del mundo. Estas emociones a flor de piel no las puede comprar nadie ni tampoco compararlas con un simple e insulso orgasmo con alguien que te gusta o que, muchas veces, ni siquiera te gusta.
Llegar a la cama debe ser el último paso para determinar si la persona que tienes a tu lado es tu amor. No pierdas la oportunidad de tomar el tiempo y conocer su mente y corazón, enamórate del espíritu y luego entrégate a lo hermoso de tener sexo con alguien que realmente merezca que te estremezcas en sus brazos.